Chef
GANDHY YEROVI
Instructor en Escuela CAPEX


El chocolate
y el amor
El chocolate es un protagonista sencillo, pero poderoso. En cada celebración, se abre paso como un gesto, un detalle. En San Valentín, se viste de corazón, de caja, de emoción. Es dulce, pero también profundo. Evoca algo que no siempre sabemos explicar, pero sentimos.
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La serotonina: el químico del amor y la felicidad
El chocolate hace cosas en el cuerpo. Cambia algo en el cerebro. Tiene químicos que nos hacen sentir bien. La serotonina, le dicen. Es el químico que trae calma, como el amor cuando es verdadero. También tiene feniletilamina, la “molécula del amor”. Esa aparece también cuando el corazón late fuerte. Cuando ves a alguien y sabes que todo va a cambiar.
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Una tradición de amor y lujo
El chocolate no siempre fue tan fácil de encontrar. En tiempos de los aztecas, lo llamaban “el alimento de los dioses”. Lo usaban en rituales, en bodas. Era algo especial. Luego llegó a Europa. Era caro, un lujo para pocos. Pero la gente siempre encuentra la manera de compartir lo bueno. Con el tiempo, se hizo más común. En el siglo XIX, alguien pensó en darle forma de corazón. Fue buena idea.
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Simbolismo y experiencia sensorial
El chocolate es más que un dulce. Es una sensación. Su textura es suave. Su sabor, rico. Cuando lo regalas, no solo das chocolate. Das un momento, das algo que se recuerda. Una caja de bombones dice mucho. Dice “te quiero”. Dice “pensé en ti”.
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Chocolate y la psicología del regalo
Regalar chocolate es sencillo, pero tiene peso. Es un regalo que no falla. A casi todos les gusta. Es dulce, pero no empalaga. Es un gesto, pero también una tradición. Y en San Valentín, dice todo lo que a veces cuesta decir.
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Conclusión
El chocolate y San Valentín tienen una historia juntos. Es una historia que habla de química, de corazones, de historias viejas y de momentos nuevos. Cuando regalas chocolate, regalas un pedazo de esa historia. Y eso es algo que siempre vale la pena.